JUAN 19.31-42
Abril 23, 2011
La débil fe de los discípulos no debería sorprendernos, porque para ser sinceros, vemos esto en nosotros mismos. Los "hombres de poca fe", como los llamaba a menudo Jesús, no creyeron o no recordaban las cosas que el Señor había dicho de sí mismo: Que pondría su vida y la tomaría otra vez. De haber tenido sus seguidores estas cosas en sus corazones, ese día de reposo habría sido un tiempo de gozosa expectación.
A veces, Dios parece ausente en nuestras vidas, pero al final sabemos que Él nunca nos dejará (He 13.5). Y, a diferencia de los discípulos, nunca experimentaremos la sombría perspectiva de un Salvador derrotado. Pero muchas veces olvidamos las promesas de Dios. Frente a la incertidumbre, ¿con qué frecuencia nos volvemos a un cristianismo del "hazlo tú mismo" para solucionar nuestros problemas?
Muy a menudo no vemos más allá de nuestras propias soluciones, cuando lo que necesitamos es el maravilloso poder en acción de la resurrección de Cristo, y una actitud de humildad mientras esperamos en Él. Si estamos dispuestos a esperar en la oscuridad de la noche, podemos descansar sabiendo que llegará la mañana.
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